Salomé Semolué y Silvia Pérez son la misma persona (Zaragoza 1989)

 

"Mi trabajo pictórico nace de la necesidad de canalizar y materializar el acto de introspección. La técnica acuarela, con su fluidez, me facilita explorar laberintos psicológicos con manchas de color que mutan en el proceso y se cristalizan cuando el agua desaparece. En último lugar la tinta perfila, sin juicio, la forma final de los elementos.

Existe un paralelismo entre la aceptación de la vida y este proceso creativo. Y es que el tiempo humano, finito, es como el agua de acuarela. Cuando el cuadro “está vivo” no debes perder ni un segundo la atención, llevas unan idea de lo que quieres pintar, pero en el momento preciso puedes abrir nuevos caminos que eliges sobre la marcha, otros colores, otras formas. Cuando se seca el agua, ya no hay cabida para el arrepentimiento. Y la tinta repasa lo acontecido, relatando la historia que se ha vivido y aceptándola tal cual sucedió. Luego llega la contemplación y el compartir, momento a partir del cual la obra se reencarna en otras mentes adquiriendo infinitas dimensiones.

Aunque desde 2020 resido en mi ciudad natal, entre 2007 y 2020 me moví por diferentes ciudades en España, Alemania, Corea del Sur y Francia. Viviendo experiencias y conociendo personas que sin duda han influenciado el desarrollo de  mi obra.

En ocasiones también me expreso a través de la música, en mi opinión, una magia más allá de cualquier práctica relacionada con la materia."