
BILBAO
Pensando en la relación entre ciudad y arte urbano me viene a la cabeza una imagen de mi ciudad natal que me resulta sugerente. Se trata de la palabra SOÑAR plasmada sobriamente por Spy en una medianera del bilbaíno barrio de Olabeaga.
SOÑAR es visible desde la suficiente distancia como para entender de un solo vistazo el contexto que la rodea. Por un lado, la imagen de la histórica Grúa Carola delata el pasado industrial de la zona y, por el otro, grúas de otro tipo revelan el proceso de transformación que está viviendo esta parte de la ciudad.
Para este grafiti se pidió a los vecinos que escogieran una palabra y la elección me resulta reveladora porque creo que encierra en sí misma una de las principales vocaciones del arte urbano, hacernos soñar colectivamente con el futuro de nuestro entorno y con cómo queremos habitarlo.

MADRID
Lamentablemente, no son pocas las ocasiones en las que el arte urbano se acaba alejando de esta función y, de forma más o menos complaciente, se convierte en una herramienta para procesos de transformación no tan deseables como la gentrificación.
Pienso ahora en aquel mural de Blu que lucía hace unos años en Madrid Río. En él un simpático corro de hombres metiéndose la mano en los bolsillos los unos a los otros, conseguía lanzar un mensaje que congelaba rápidamente la sonrisa de los que paseábamos por allí.
Este mural fue convenientemente borrado poco tiempo después de que construyeran un nuevo centro comercial en el solar de al lado. Posteriormente fue sustituido por otro, mucho más amable, colorido e instagrameable del archiconocido Okuda perdiendo así un espacio de oportunidad para la reflexión. Porque a nadie le apetece pensar en el capitalismo después de una tarde de shopping.

MÁLAGA
La relación entre el arte urbano y la gentrificación es compleja y, con frecuencia, paradójica. En ocasiones, el arte urbano aflora espontáneamente en barrios vulnerables como denuncia de su marginalización, pero al hacerlo los vuelve atractivos a las miradas de quienes buscan incansablemente oportunidades para activar los mecanismos de la especulación.
Entonces, si el arte urbano tiene esta influencia en la transformación de las ciudades ¿podemos pedir a los artistas que sean sensibles a su entorno y su contexto?
Me gustaría acabar con una imagen que es a la vez una ausencia de imagen. Es la del vacío que han dejado los grafitis borrados de Dadi Dreucol en Málaga. En esta ocasión los ha borrado él mismo espantado por cómo el modelo de ciudad neoliberal ha conseguido dar la vuelta a su significado y convertirlos en el decorado de fondo de la turistificación.
Los artistas, a menudo infravalorados en un país que nunca ha hecho gala de una gran sensibilidad artística, no son los responsables de esta situación. Tampoco lo es el ciudadano de a pie que suele ser el primer afectado por los efectos de estos fenómenos urbanos.
Me gustaría imaginar qué pasaría si todos nos inspiráramos en el ejemplo de Dadi Dreucol para separarnos de aquello que no nos representa y en lo que no queremos convertirnos y nos paráramos otra vez a soñar.

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