En un mundo que avanza hacia las megalópolis 24/7, la iluminación artificial se hace tan imprescindible como su comprensión profunda.
Con frecuencia parece que el único impacto medioambiental que tiene la iluminación es el consumo energéticoy por tanto, la huella de carbono que deja. Pero hablar de iluminación y sostenibilidad debería ir más allá y valorar su impacto directo en las especies del planeta.
Intentamos salvar el equilibrio ecológico como si fuéramos ajenos a él y hablamos en tercera persona cuando nosotros también somosel planeta. Ajustar este enfoque es el punto de partida para comprender la relevancia que tiene el entendimiento que hemos adquirido sobre el impacto de la iluminación en la salud humana y la imperiosa necesidad de cambiar la manera en que nos relacionamos con ella. Su mala gestión en nuestros espacios está desencadenando una serie de disrupciones de nuestras funciones fisiológicas que no podemos ignorar si queremos preservar la salud en el largo plazo.
Finalmente, debemos contemplar elimpacto en la flora y la fauna. Es vergonzoso y decadente seguir aplaudiendo iniciativas de embellecimiento de las ciudades que se basan en la sobre iluminación de espacios públicos y fachadas con descontroladas emisiones de luz a la atmósfera que, no solo son un desperdicio energético, sino que tienen un impacto directo en las especies vegetales y animales que también necesitan de la oscuridad para completar sus funciones vitales. La fotosíntesis, los patrones migratorios de las aves o los depredadores nocturnos son ejemplo de la necesidad mantener el equilibrio luz-oscuridad.
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