
En la ciudad contemporánea se ha generado desde hace unas décadas un concepto estético/artístico denominado arte urbano, que ha llegado a representar incluso la iconografía de la ciudad misma. Este arte urbano ha desarrollado un sentido y un sentimiento de unicidad, ya sea por la singularidad de ellos artistas -tengan o no tengan renombre- o por el entorno mismo, dando así lugar a una gran galería, abierta para todos los públicos.
Más allá de su valor artístico y estético, el arte urbano no deja de ser un gesto transgresor con rasgos de activismo político y social de protesta que -más allá de los Banskys que se subastan en Nueva York- son reflejo de una sociedad, vista desde lo macro y desde lo micro. Y es en esta segunda opción donde se da la protesta más local y focalizada, la de los colectivos residentes en los barrios o la del vecino de la esquina, expresiones carentes a priori de cualidades artísticas con una enorme fuerza expresiva porque para sus autores el lienzo para protestar es la calle y la técnica es la intervención urbana.
¿Motivos? Muchos, aunque siempre prevalecerá el gobierno de turno y sus prácticas políticas y sociales: turistificación, overturism, etc.
Dotado de caligrafía básica y poco decorada, ausencia de paleta de colores y mensajes que no necesitan filtro, cada vez es más frecuente encontrarlo en balcones, paredes y en todo componente urbano que sea visible a ojos de las hordas de turistas, que cada vez más actúan de forma irrespetuosa y naif. Los centros de las ciudades son para los turistas parques recreativos temáticos, ignoran o quieren ignorar que aún viven personas allí, y que para muchos es nuestro barrio y cuidamos de él.
TOURISTS ARE TERRORISTS | TOURIST GO HOME | TOURISTS FUCK OFF | UN TURISTA MAS / UN VECINO MENOS (…)
Y con esta no muy cálida bienvenida, que cada vez es más notoria y toma más fuerza en ciudades como Barcelona, Valencia, Sevilla o Madrid, el turismo desmedido nos ha traído la gentrificación y la especulación inmobiliaria hasta el punto de arrasar los barrios del centro convirtiéndolos en territorios casi yermos (con tan solo pisos de alquiler, restaurantes, bares y tiendas de souvenirs). Por eso, la protesta y el inconformismo son ya parte constante de fachadas, muros, vallas, etc. Esto se asemeja cada vez a una guerra de guerrillas. Y es ahí donde el elemento gráfico en las calles empieza a ser parte del arte urbano, como un grafiti sin más en un muro de nuestra ciudad, pero con la fuerza de una protesta.
Al final, como todo arte urbano, el selfie del turista -con estos mensajes- no está de más.
Nos vemos en Instagram.



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